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UNAS CUANTAS PREGUNTAS PARA TI

Tú, que dices ser cristiano.
Tú, que tal vez asistes a la iglesia y recitas oraciones, ya sea diariamente en forma rutinaria, o sólo en los momentos de apuro.
Tú, sí; no aquel otro, sino tú mismo, ¿puedes contestarme?
¿Sabes tú lo que dices cuando repites el Credo? ¿Crees realmente lo que confiesas creer? Creer no es simplemente asentir. ¿No has considerado la posibilidad de estar admitiendo como cierto algo de lo cual no estás seguro?
Tú dices:

“Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María, virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; resucitó al tercer día, subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre...”

Sin necesidad de ir más adelante, considera bien lo que has dicho que crees. ¿Lo crees realmente? ¿Sí? Bien, no quiero desmentirte, yo también lo creo, pero fíjate ahora en la declaración que sigue:

"...Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos..."

¿Crees esto también? Ya te dije que no quiero desmentirte, pero debo hacerte algunas preguntas que te hagan reflexionar.
Si tú crees que Jesucristo ha de venir a juzgarnos, entonces, ¿por qué te entregas al pecado? Pecado es transgresión de la Ley de Dios, así que, ¿por qué robas, aunque sea en forma indirecta? ¿por qué mientes? ¿por qué usas del sexo fuera del matrimonio? ¿por qué maltratas a los que son más débiles que tú, o violas cualquiera de los otros Diez Mandamientos de la Ley de Dios? ¿No temes al saber que un día tendrás que dar cuenta de estas cosas ante el tribunal de Jesucristo? ¿Acaso piensas que el Juez Divino tiene la debilidad de los jueces de la tierra, que muchas veces se dejan sobornar por dinero, o por influencia política o religiosa?
No te engañes pensando en la posibilidad de escapar del juicio final, porque entre tantos millones tal vez no te tomen en cuenta. ¡No! No pasarás inadvertido. Podrá haber término medio entre los grandes y los pequeños; entre los fuertes y los débiles; entre los ricos y los pobres, pero no hay campo neutral entre los vivos y los muertos. Cuando toque la final trompeta tú estarás de uno o de otro lado; pero aunque ya estés desintegrado en el polvo de la tierra, de allí serás levantado para dar cuenta de TODAS tus obras, sean buenas o malas.
¿Confías en que habrás de salvarte por fe? “Por fe somos salvos” (Efe.2:8), pero fe no es asentimiento irresponsable. La fe en Jesucristo es seguridad plena en su persona, en sus palabras, en sus promesas, incluyendo ésta: que Él habrá de venir en las nubes de gloria para juzgar a los vivos y a los muertos.
“¡Yo sé que mi Redentor vive!” (Job 19:25) Yo sé que le veré y le glorificaré, porque Él me ha perdonado, y ahora su gracia me ayuda a estarle sujeto en obediencia a sus mandamientos. Y tú, ¿por qué no crees de veras lo que dices creer, para que por medio de esa fe alcances la justificación, y ya no te entregues más al pecado, de modo que, sin avergonzarte, puedas en aquel día alzar tu rostro al Juez de toda la tierra?

Ob. B. Luis, Zitoon Yerbaniz, febrero de 1986.